Israel en el diván de Freud: una respuesta a Bluelephant y Michín

Tomado de diaspera.blogspot.com

Un Homenaje a Bloom, Mi Maestro de Talmud.

Queridos Bluelephant y Michín:

A mí no me gusta hablar de política. Lo mío es la cultura, la filosofía y la religión. Sólo he hecho comentarios sueltos sobre los últimos eventos en el Líbano ya que, leyendo los comentarios de el Tiempo, me doy cuenta que sus reportajes parciales están generando una visión del pueblo judío en general y del pueblo israelí en particular rayana en el antisemitismo. Los motivos por los que no me gusta hablar de política es por el hecho de que en este campo, más que en cualquier otro, es completamente imposible la objetividad. En el análisis político no hay «simples datos», sino que todo proceso de selección de datos es ya de hecho un acto de interpretación y por lo tanto un acto subjetivo. En segundo lugar, no me gusta hablar de política porque, siendo un tema tan lleno de subjetividad, éste tiende a afectar a las personas de manera personal. Y, en efecto, no me gusta perder amigos (ya sean actuales o virtuales) por causas políticas. En tercer y último lugar, no me gusta hablar de política ya que no me considero una persona lo suficientemente educada en el tema. Como todo parroquiano yo oigo noticias y leo periódicos. En este caso, mis periódicos y mi radio suelen ser tanto la prensa estadounidense como la prensa israelí (cada vez que leo el Tiempo salgo horrorizado). He vivido en Israel y pienso estar este año, Dios lo quiera, en Jerusalén. No obstante, eso no me hace experto. Para ser experto tendría que saber árabe y farsi, saber más de la historia de los países que rodean a Israel, y cumplir otra serie de condiciones que ni poseo ni tengo en mente llegar a poseer (no por algún prejuicio implícito en contra de estas áreas del conocimiento, sino porque mis intereses intelectuales son diferentes, aunque espero, con la ayuda de Dios, aprender árabe en el futuro para leer a Maimónides y a Ibn Rushd en el original). En tanto no-experto, no me siento capacitado de hacer uso público de mi razón (en terminos kantianos) sino simplemente ofrecer una interpretación personal de cómo veo la situación en el Medio Oriente. De nuevo, preferiría no hacerlo, pero ya que ustedes se han tomado el trabajo de leerme y comentarlo, sería una falta de respeto no hacer lo propio.

Primero, quisiera abordar el post de bluelephant comenzando con su cita de Avi Dichter. En ésta, el Ministro afirma que los miles de libaneses que se desplazarán al norte pondrán presión sobre Hezboláh. Si AFP dice que el Ministro dijo eso, seguramente es cierto (a pesar de que el record de imparcialidad de la AFP en estas cuestiones es más bien pobre). No obstante, esto no significa que el objetivo de las operaciones israelíes sea éste. En este momento, según mi comprensión del panorama, el objetivo central de las operaciones (exclusivamente aéreas) de Israel es destruir o al menos reducir el arsenal de misiles de medio y largo alcance de Hezboláh y detener el lanzamiento de cohetes hacia el norte de Israel (que hasta la fecha cobran diez víctimas y centenares de heridos). Seguramente estos ataques generarán la situación descrita por el ministro Dichter, pero éste no es su objetivo central. Recordemos que la presión civil sólo es completamente eficaz en una democracia operativa. Frente a la presión diplomática del G8 y de los Estados Unidos, además de Egipto y de Arabia Saudita, ¡qué importa la presión de diez mil refugiados libaneses! Especialmente cuando estos refugiados están moviéndose hacia el norte, fuera de el área de influencia de Hezboláh.

Segundo, el elefante dice: «Inhabilitar el aeropuerto de Beirut, así no haya víctimas, es atacar población civil. El gobierno del Líbano ha reiterado su desconocimiento previo y desaprobación total de los ataques perpetrados por Hezbollah contra territorio Israelí. ¿No debería ser esa razón suficiente para detener los ataques?» El aeropuerto de Beirut es el principal punto de entrada del armamento de Hezboláh. Israel ha bombardeado las pistas de aterrizaje de dicho aeropuerto para evitar el armamento de Hezboláh. Israel ha sido cuidadoso en no golpear la torre de control (la cual controla gran parte del tráfico aéreo no sólo de Beirut sino de el Líbano entero). Elephant tiene razón en que este ataque afecta a la población civil, pero no es un ataque A la población civil. Especialmente si se tiene en cuenta esta instalación civil está cumpliendo funciones militares, i.e. el recibir y seguramente almacenar material bélico que va a ser utilizado en contra de Israel. Segundo, la afirmación del gobierno libanés de que ellos desconocían y desaprueban los actos de Hezboláh no es razón suficiente para detener los ataques. Porque el desconocimiento o desaprobación del estado libanés no evitó ni va a evitar los ataques con misiles al norte del territorio israelí (los cuales no fueron un resultado de las operaciones israelíes, sino su causa). Hezboláh fue formada en 1982 como respuesta a la ocupación israelí de la frontera sur del Líbano pero también como forma de garantizar la presencia de fuerzas armadas chiítas en la zona. La ocupación del Líbano es reconocida por la mayoría de la sociedad israelí como un error militar y social. No obstante, con el retiro de las tropas israelíes del Líbano en 2001 bajo Barak, Hezboláh debió haber entregado las armas y haber cesado hostilidades. No obstante, desde esa fecha, las poblaciones del norte de Israel han sufrido reiterados ataques con misiles Katyusha. Las hostilidades que causaron el secuestro de los dos soldados y la muerte de ocho militares fueron acompañadas con una iniciativa de ataques masivos a Israel. Es en contra de estos ataques y la capacidad militar de Hezboláh para realizarlos es que están enfocadas las operaciones israelíes de estos últimos días. En respuesta a su pregunta, en mi pobre opinión, «No. Sólo el cese al fuego de misiles por parte de Hezboláh es razón suficiente para detener los ataques.»

Tercero, en el escrito de bluelephant y en los comentarios presentados por el autor en haloscan hay una idea constante. Esta idea es: el brazo político de Hezboláh conforma el 18% del parlamento libanés, lo cual convierte a Hezboláh en una minoría y por lo tanto el gobierno libanés y el pueblo libanés están exentos de responsabilidad por sus acciones. Esta idea es complicada. Por un lado, hay minorías de minorías. El porcentaje numérico de un partido político (especialmente en un sistema parlamentario como el de el líbano) no es un indicador de su poder y su influencia. Si Hezboláh es una minoría, tanto numérica como políticamente, ¿cómo han podido seguir efectuando ataques contra Israel desde 2001? ¿Por qué pueden utilizar el aeropuerto de Beirut para importar armas para su ejército particular? ¿Por qué sus milicias conforman de facto la única presencia militar en el sur del Líbano (recordemos que una de las condiciones israelíes para el armisticio) es la entrada de el ejército libanés al sur del Líbano? Recordemos que el Líbano no es una democracia independiente y que Siria e Irán todavía controlan buena parte del gobierno libanés (dándose el lujo de asesinar incluso al ex-primer ministro Rafik Hariri). Y, como bien lo apunta el patriarca de la Iglesia maronita en el Líbano, Nasrallah Sfeir hoy en CNN, «Es muy díficil desarmar a Hezboláh, pues este es en realidad un instrumento de Siria e Irán.» Es más, varios Colombianos de origen libanés subscritos al e-mail list de un amigo comentaron con tristeza sobre la influencia negativa que ha tenido el envolvimiento de Hezboláh en la política libanesa. Me permito citar (agradezco a Andrés Mejía su ayuda al permitrme publicar parte de este correo):

A raíz de mis comentarios de ayer (Buenos Días, Lunes) sobre la amenaza de Hizbollah, me contactaron varias personas de la comunidad libanesa en Bogotá. Pensé que me iban a insultar por mis actitudes pro-israelíes. Para mi sorpresa, resuta que lo que a ellos les preocupa, y especialmente, les angustia, no es Israel sino Hizbollah.

Se lo pongo en los términos de uno de ellos: durante casi todo el siglo XX, Líbano fue un país secular y occidentalizado, abierto al mundo, con una fuerte influencia europea. Beirut era llamada la «París del Medio Oriente». Luego, despúes de que en los 70 Líbano acogió a la OLP, comenzó la pesadilla, y el país empezó el proceso de ser tomado por fuerzas políticas y religiosas ajenas a la tradición libanesa. Eso lo advirtió en su momento el rey Hussein de Jordania, quien con mano dura sacó a la OLP de Jordania, antes de que la OLP sacara a los jordanos y lo jordano de Jordania. Hoy por hoy Líbano, otrora occidentalizado y abierto, con una población cristiana que quiere volver a eso y lucha por su democracia, encuentra el gran obstáculo del islamismo y su penetración en el Líbano, financiado por Irán y Siria.

Un señor me dijo: «viajé al Líbano, mi patria, a mediados de los 90, para ver con tristeza que por todo el territorio hay monumentos a «mártires» islámicos. Nos están robando la tierra de nuestros ancestros».

Ni Hezboláh es una minoría indefensa ni el gobierno libanés es una democracia funcional que pueda, en este momento, parar los ataques de Hezboláh. Israel, entonces, tiene que defender a sus ciudadanos de los ataques de este grupo. Esto es lo que está haciendo Israel y cuando ya no sea necesario hacerlo, los ataques pararán. (Por eso las dos condiciones de Israel para el cese al fuego es el desarme de Hezboláh y el ingreso del ejército libanés a la zona para que el Estado libanés verdaderamente controle la zona.) Como el elefante dice, la guerra de Israel es contra Hezboláh y no contra el Líbano, ni contra el pueblo libanés. El problema es que Hezboláh está controlando una parte significativa del poder en Líbano y, como todo grupo guerrillero, utilizando a la población civil como escudo. El elefante dice que hay otras maneras de lidiar con este problema y de conseguir los resultados esperados (estos se reducen a tres, del lado israelí, a.) el cese de lanzamiento de misiles a las poblaciones norteñas de Israel, b.) la devolución sanos y salvos de los dos soldados secuestrados, y c.) la garantía para que estos eventos no se vuelvan a repetir-e.g. el desarme de Hezboláh, la instauración de una verdadera democracia en el Líbano -Dios quiera que esto suceda pronto- y no el gobierno títere de Siria que hay en este momento.). El problema es que ni el elefante ni yo somos expertos en diplomacia y en política internacional y, por lo mismo, no podríamos decir cuáles serían estas otras maneras. Siempre podemos decir que «el diálogo» o «apostarle a la paz» son caminos preferibles. Y lo son. Pero mientras no tengamos claro cómo logramos estas cosas en concreto, esto es pura cháchara bien intencionada. En cuanto a la magnitud de la fuerza utilizada, no sé decir. El elefante fue soldado. Yo no. Tampoco soy general ni experto en estrategia, así que no sé decir si la fuerza es o no justificada militarmente para alcanzar los fines propuestos. Moralmente ninguna muerte inocente es justificable. Pero, de nuevo, decir esto no hace más que alimentar nuestro propio sentido de vanidad moral. Muertos inocentes hay en ambos lados. Ninguno es justificable moralmente. Desafortunadamente el mundo, incluyendo a TODAS las personas morales que hay en él, no sólo actúa de acuerdo a principios morales. Eventualmente, la Moral y la Verdad quedan en manos de Dios que es el que los sabe todo.

Lo único que sí sé, y esto es más una cuestión de fe que de certeza, es que el ejército de Israel opera de acuerdo a los más altos estándares éticos siendo la primera fuerza armada del mundo en redactar un manual de ética. Israel no quiere matar civiles. Ellos no son el objetivo. El ejército israelí no es un ejército profesional sino una milicia civil conformada por civiles que en su gran mayoría son personas decentes y buenas, lo cual es consecuencia, en gran parte de el hecho de que el estado de Israel no adoctrina a sus soldados (es decir, a sus civiles) a que el otro lado no es humano y merece ser exterminado del mapa. Ahora, cuando sus civiles no cumplen estas condiciones y deciden actuar de manera criminal en contra de otros el estado de Israel hace todo lo posible por encarcelarlos y llevarlos a la justicia. Por ello también estoy en desacuerdo con la afirmación del elefante de que Israel no controla sus propios territorios. A menos que elephant esté pensando en los palestinos cuando diga «la gente que tienen en los territorios ocupados.»

Por último, y sobre esto hemos chateado largamente con el elefante a quien considero una persona inteligente y unos de mis amigos virtuales, está el hecho del odio y el resentimiento. El elefante pone un énfasis, a mi parecer exagerado, en el hecho de que estos ataques sólo alimentan el odio del mundo árabe hacia Israel y, por lo mismo, malogran las posibilidades de un diálogo productivo en el futuro. En mi opinión, que he compartido con él en privado, esta es una manera bastante simplista de ver las cosas: esto es playground politics no política verdadera. A Israel lo han odiado con pasión los árabes incluso antes de su existencia (es decir, antes de que los israelíes tuvieran todo su potencial militar y pudieran responder a los ataques a los cuales estaba expuesta la comunidad judía en la colonia turca y luego en el protectorado británico de Palestina, los cuales no fueron pocos). Posiblemente, después de que haya acuerdos de paz con sus vecinos, muchos individuos seguirán odiando a Israel. Y esto no importa. Lo que importa es que haya acuerdos políticos estables entre los países, los cuales no dependen tanto de las emociones de los individuos sino de los intereses de aquellos que mandan (sean estos la mayoría o la minoría). Un ciudadano egipcio puede odiar a Israel con toda su alma. Puede ser que haya perdido a toda su familia en la guerra del 67. Pero mientras haya acuerdos políticos entre Israel y Egipto, esta persona puede odiar hasta que se reviente. Y ello no es relevante. Los individuos olvidan, perdonan, o siguen odiando por el resto de sus vidas. Los estados no tienen memoria (o sino pregúntele a Israel cuyo aliado más estable en la Unión Europea es nada más y nada menos que Alemania). Yo me conformo con un medio Oriente justo, con fronteras sólidas (sean estas líneas en la arena o alambradas) donde no haya muertos a pesar de que todos nos odiemos con profundo rencor. No pido más. Ya aprenderemos a perdonarnos cuando dejemos de matarnos.

Ahora, creo que con esta respuesta también he cubierto varios de los puntos expuestos por Michín en los comentarios a mi blog. Sólo quisiera aclarar un asunto que aparece en sus comentarios, así como en los foros de discusión de todo artículo publicado en el Tiempo sobre el tema. Michín dice, «me parece que se cometen muchas injusticias con pueblos y personas que no son culpables de la terrible historia del pueblo judío, pero que de una u otra forma pagan por ella…» Este comentario obedece a una muy popular confusión sobre el pueblo judío y sobre la naturaleza del conflicto en Medio Oriente. Cariñosamente llamo a este error la visión traumática de Israel. Su propuesta básica es que el estado de Israel (o el pueblo judío en su totalidad) ha quedado profundamente traumatizado por el Holocausto y que, en consecuencia, visita sobre otros pueblos las iniquidades cometidas contra él. Esto es falso aunque retóricamente es muy poderoso (nada ofende ni puede ofender más a un judío que ser comparado con un Nazi).

Vamos por partes. Primero, hay que aclarar que aunque Israel es el estado judío, éste no es idéntico al pueblo judío. El estado de Israel es un cuerpo político. El pueblo judío es una colectividad cultural, religiosa y social. Hay israelíes que no son judíos (más o menos 20% de su población). Hay judíos que no son israelíes. Estas fronteras se cruzan y luego acabamos con gente quemando sinagogas en París para protestar lo que pasa en Israel. Esto no sólo es criminal e incorrecto sino que es un acto de antisemitismo y no, como se excusa, un acto de antisionismo, aunque no entraré acá a la discusión de si se puede ser antisionista sin ser antisemita ya que no viene al caso.

Segundo, a pesar de que la experiencia del Holocausto afectó profundamente a todo individuo judío (hasta el día de hoy) y es imposible entender la existencia del Estado de Israel sin tomar en cuenta el Holocausto, esto no significa que el estado en su totalidad esté traumatizado ni que todas sus acciones se deriven de una misoginia colectiva de índole criminal. Las acciones militares de Israel se derivan de su dificil situación en una zona hostil y no de un instinto asesino de conquistar y expandir su Lebensraum y sujetar a otros pueblos a su servidumbre. Israel es el único país en la zona que ha hecho concesiones territoriales a cambio de promesas de paz que no siempre han sido cumplidas: el asentamiento judío estuvo a favor de la partición del protectorado inglés en 1947 en dos países (uno judío-Israel- y uno árabe -Palestina), nadie más estuvo de acuerdo; Israel devolvió la península del Sinaí a Egipto; Israel salió del sur del Líbano; y, finalmente, Israel concedió la franja de Gaza a la autoridad palestina arriesgándose a caer en una guerra civil. Ningún otro paíz de la zona ha hecho la más mínima concesión territorial. Si de tratar de conquistar tierra para purgar una vendetta personal , las fronteras de Israel podrían llegar de Damasco al río Éufrates. Si de esclavizar gente se tratara, Israel no estaría tratando desesperadamente de dar autonomía y no ser responsable de dos millones de palestinos.

Ahora, si por «purgar deudas históricas» no nos estamos refiriendo a un trauma nacional del pueblo judío sino a una dádiva generosa de las naciones europeas y los Estados Unidos para auyentar su culpa ante el Holocausto, esto hay que matizarlo. Europa y los Estados Unidos (que, huelga anotar, no se involucraron en el Medio Oriente seriamente hasta 1973) no le «clavaron» millones de judíos al mundo árabe en la mitad del corazón para controlarlo mejor, o para aprovecharse del petróleo, o para cualquier otra razón que se suele dar en este argumento. Este argumento desconoce el proceso histórico de la formación del estado de Israel y de la evolución del Sionismo como ideología. Aquí va un resumen. Ha habido presencia judía constante en la tierra de Israel desde el siglo décimo antes de la era común. A veces ha habido más, a veces ha habido menos judíos pero siempre hubo asentamientos importantes en ciudades como Jerusalén, Hebrón, Safed y Tiberias. Desde mediados y finales del siglo diecinueve, por la descomposición de la vida judía en Rusia, varios judíos comenzaron a emigrar de manera espontánea a la tierra que mencionaban al menos tres veces en sus oraciones diarias: la tierra ancestral de Avrahám, Yitshak y Yaakov. A finales del siglo, esta inmigración (llamada Aliyá lit. «subida») encontró su voz ideológica en el movimiento sionista que proponía como solución para el antisemitismo en Europa, la formación de un estado judío en la tierra de Israel. En ningún momento se pensó que la formación de este estado iba ser un logro militar y los sionistas tempranos actuaron de manera coherente con esta ideología. En ese momento, la tierra estaba bajo el control del Imperio Otomano (turco) por más de cinco siglos. Así que los judíos comenzaron a comprar tierras a sus dueños turcos y a construir pueblos y ciudades. Estas tierras no eran las más fértiles de la provincia sino pantanos y desiertos. Cincuenta años después, a pesar de las restricciones de inmigración y los pogroms, la población judía estaba concentrada en estas tierras y llegaba a 600,000 almas. Las autoridades británicas y las Naciones Unidas presentaron el plan de partición en el que la mitad mayoritariamente judía se volvería el estado de Israel y al parte árabe, un estado árabe, Palestina. Ben Gurión, el lider del establecimiento, aceptó la oferta a pesar de que no incluía Jerusalén. El líder árabe, el gran Mufti de Jerusalén, lo rechazó confiado en la victoria de las naciones árabes una vez el nuevo estado fuera declarado. En 1948, los ingleses salieron y el Estado de Israel fue fundado en las tierras adjudicadas por Inglaterra (las cuales contenían la mayoria de las tierras adquiridas por los judíos y tenía una mayoría demográfica judía). El naciente estado recibió en sus primeros dos años, en los cuales estaba en guerra con siete estados árabes cien veces más numerosos y mejor armados, más de medio millón de sobrevivientes del Holocausto seguidos, prontamente, por 700,000 judíos sefaradíes expulsados de sus países en el mundo árabe. Estos judíos fueron inmediatamente integrados y dados ciudadanía israelí. Lo mismo no sucedió con los refugiados palestinos quienes, no esperando una victoria judía abandonaron sus casas temporalmente para facilitar el paso de los ejercitos de Jordania, Siria, Egipto y sus aliados. Estos palestinos fueron concentrados en campos de refugiados por otros árabes y mantenidos en estado paupérrimo para tener un ejército de mártires a su servicio. El resto de la historia es una larga lista de guerras de defensa en las que Israel ha luchado por su supervivencia en contra de sus vecinos. En estas guerras ha habido conquistas territoriales y ha habido negociaciones y concesiones políticas. El propósito de estas guerras ha sido el de destruir a Israel mientras que el propósito de Israel es el de mantener un estado judío con fronteras seguras.

Espero con esta pequeño análisis haber mostrado que Israel no es un niño traumatizado que al crecer se vuelve el matón del barrio (como dice elephant), sino una nación que nació rodeada de enemigos que buscaban su aniquilación y para la cuál la supremacía militar (la cual no siempre tuvo) no fue una opción sino la única forma de existir. En mi opinión, Israel puede levantarse del diván de Freud, golpeado, pero de ningún modo un psicópata.

Bueno señores. Eso es todo. Para alguien que no le gusta hablar de política creo que ya hecho suficiente. Espero que las personas que leen este blog y quieran comentar lo hagan con el nivel y la altura con la que hasta ahora se ha desarrollado la discusión. Ruego a Dios que las cosas se solucionen pronto. Que Guilad, Ehud y Eldad vuelvan a sus casas sanos y salvos. Que el Líbano pueda tener una democracia libre de influencias nocivas. Que los países islámicos encuentren lugar en sus corazones para aquellas enseñanzas de al’Quran y del Hadith que invitan a la paz y a la tolerancia y que hicieron de al Andalus (Sefarad, España), junto con cristianos y judíos, un vergel de cultura y desarrollo. Que ambos lados enterremos a nuestros muertos y comencemos a vivir de nuevo. Bloom, por su parte, volverá a sus tomos y a sus oraciones y se abstendrá de escribir sobre política. Cosa que, cómo ha hecho ya más que prístino, no le gusta hacer. Sea todo por hoy. Id en paz. Salaam aleikum/Shalom aleijem.

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